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La cola del Katrina

En contra de los más negros augurios, parece que aún hay un atisbo de esperanza para nuestro planeta. La reciente Cumbre del Clima de Montreal ha presenciado el compromiso por parte de los EEUU de entrar en una futura negociación para la reducción de emisiones de CO2 a la atmósfera. EEUU emite hoy en día el 25% del CO2 que se emite mundialmente, por lo que se podría decir que una cuarta parte del cambio climático que podamos experimentar se debe a ellos. Hasta ahora ni EEUU ni la federación Rusa aceptaban reducir sus emisiones, frente a la mayor parte del resto de las potencias desarrolladas, como Japón, Canadá o la Unión Europea que se encuentran a favor de una reducción planificada de dichas emisiones.

No hay consenso sobre si las alteraciones climatológicas que parecen existir en la actualidad son fruto de este supuesto cambio climático, pero lo que si es cierto es que hasta ahora los desastres naturales parecían atacar (como siempre) a los más desfavorecidos. Fenómenos como El Niño se dedicaban a destruir casas de barro de indígenas, pequeños pueblos o barrios de periferia de países tercermundistas, en vías de desarrollo o con infraestructuras débiles. Sin embargo, hace poco el huracán Katrina asoló parte del sur de EEUU, y por lo que de desprende de esta Cumbre, parece que dejó algo más que inundaciones, caos y muertos a su paso. Como siempre algunos no hacen nada hasta que sienten que la amenaza se presenta ante su puerta.