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Reprogramando el cerebro

Hemos puesto el pie en la luna, hemos dominado el poder de la fisión atómica, nos asomamos a los misterios más profundos del universo, y a pesar de ello hemos de seguir siendo humildes, porque a diario el universo nos muestra lo ignorantes que seguimos siendo.

Uno de los campos en los que aún seguimos intentando ampliar nuestros conocimientos es el del cerebro humano, que aún guarda muchas incógnitas en su interior. A pesar de ello hay gente que se dedica a reprogramar cerebros: hace poco encontré en Internet la emocionante e interesante historia de un padre que somete a su hijo a un tratamiento para tratarle una disfunción de integración sensorial. Básicamente, someten al pequeño a un tratamiento que incluye estímulos acústicos y lumínicos especialmente diseñados (entre otras cosas) para estimular la sinapsis en determinadas áreas del cerebro. Tras el tratamiento el nuevo cerebro reprogramado muestra una mejora espectacular, como por ejemplo un avance en la agudeza visual-motora equivalente a un crecimiento de un año y medio en tan solo 30 días.

La publicación del seguimiento del tratamiento por Internet ha levantado la polémica acerca de la ética de este tipo de tratamientos: ¿se está curando al pequeño? ¿o se le está reprogramando tan solo por ser diferente? Para mí, como para el padre, la respuesta es clara: se trata de curar una disfunción. Pero la línea no es tan clara: a veces estas disfunciones aparecen ligadas a capacidades mentales extraordinarias (¿recordáis Rainman?). ¿Tenemos derecho a eliminar esas capacidades sólo porque la persona muestra una disfunción en otra área?

A fin de cuentas la cuestión se reduce a una sola pregunta que últimamente se plantea relacionada con la ciencia: ¿Queremos jugar a ser dioses? O quizás, ¿queremos ser Dios? Creo que es evidente que a medida que nuestro conocimiento avanza, menos necesaria se hace la presencia de un Dios para explicar nuestra existencia y mayor es nuestra capacidad para traspasar la última frontera: la creación y manipulación de vida… pero ese es otro tema que habrá que tratar en otra entrada.