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La lotería de la educación

Hace poco estuve con mi mujer hablando con la directora de la guardería a la que llevamos a nuestro hijo, para pedirle consejo acerca de los colegios de Castelldefels. Más que darnos una opinión acerca de la calidad de la enseñanza en los colegios (cosa que hizo) nos explicó cómo era nuestro hijo en el día a día de la guardería, y qué colegio podía encajar más o menos con su forma de ser y con sus necesidades a la hora de tener una buena educación.

En contraposición a esto tenemos el maravilloso sistema escolar de preinscripción. Para los que no hayáis pasado por él, se basa en un sistema de asignación de puntos, en el que lo que tiene más valor es que haya algún hermano en el colegio o la proximidad al centro escolar. Esto, que a priori puede parecer lógico, en la práctica se convierte en un sistema totalmente arbitrario para asignar niños a un centro o a otro, ya que la proximidad se valora en función de zonas definidas por la administración que cortan el territorio en puntos totalmente arbitrarios y que no hacen más que crear situaciones totalmente absurdas.

En Castelldefels por ejemplo hay calles en las que un niño no puede ir al colegio que está en la acera de enfrente porque la línea divisoria cruza su calle, teniendo que desplazarse a colegios que están a bastante distancia de su casa. Supongo que esto no pasará solamente en Castelldefels, ya que es una consecuencia del sistema de zonificación.

Si a esto unimos que no se tiene para nada en cuenta las características del niño, y que a igualdad de puntos entras en un sorteo para luchar por una plaza, la sensación final es que estás poniendo algo tan importante como la educación de tu hijo en las manos de la suerte.

No me gusta el juego, y si alguna vez tuviera que jugar creo que nunca se me pasaría por la cabeza poner sobre el tapete en una apuesta la educación de mi hijo. Sin embargo esa es la sensación que tengo: señores, hagan su apuesta, porque de aquí a poco se sortea el futuro de su hijo.