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Fortaleciendo mi mente: como no ser negativo y aprender a ser feliz

El final del año pasado y el principio de éste ha sido probablemente la peor época de mi vida. Una suma de factores me han llevado a una depresión de la que ahora parece que empiezo a salir. Por eso uno de los objetivos para este año era fortalecer mi mente, para no volver a pasar por una situación como ésta. El punto clave para empezar a ver la luz ha sido aprender a controlar mis emociones negativas; aprender a ser positivo, o al menos, no ser negativo.

¿Y como controlas tus emociones y eres positivo? Pues si queréis que os lo diga, no lo sé. No sé como lo hago, pero sé que lo hago y sé como he llegado a conseguirlo. Y eso es lo que explicaré, por si alguien se encuentra en una situación parecida y le puede servir de ayuda.

Creo que para llegar a este punto ha habido dos factores clave:

  • Tomar conciencia de mis emociones negativas: Las emociones negativas, las que nos hunden y nos hacen daño, nunca son fruto tan solo de un hecho externo. La emoción siempre es el fruto de nuestra reacción a ese hecho, y esa reacción puede estar basada en percepciones erróneas o ser desproporcionada ante el estímulo externo. Para diagnosticar mis reacciones mi sicóloga me pidió que hiciera un ejercicio: estar atento a mis emociones negativas, y apuntar cuatro cosas: el hecho externo que provocaba la emoción, mis pensamientos en el momento de experimentar la emoción, y la emoción en sí junto a la intensidad con que la experimentaba. Estuve realizando este ejercicio durante más de un mes, apuntando cada emoción negativa, por mínima que fuera. Esto me sirvió como una especie de gimnasia mental, un entrenamiento que me llevó a desarrollar un detector insconciente del inicio de una caída de ánimo. A veces esas caídas son brutales, y puedes sentirlas físicamente. Otras son más sutiles, y te van llevando poco a poco hacia abajo, casi sin darte cuenta. Ahora soy capaz de darme cuenta de este momento, de saber cuándo hay algo que va mal, y poder anticiparme u oponerme.
  • Tomar conciencia de mi actitud: Como he dicho antes, la emoción es la suma del hecho externo más nuestra percepción del hecho y nuestra reacción a él. La actitud que tomas influye enormemente y de eso me ayudó a darme cuenta Ari, la mujer de mi socio Sergi. Gracias a ella me di cuenta de que la sensación de culpabilidad o la autocompasión formaban parte de mis reacciones negativas, y que autoalimentaba mi caída al vacío de forma insconciente, de que en cierto modo me sentía cómodo dejándome llevar a la zona oscura. Además, me dí cuenta de que a pesar de esas sensaciones, que intentaban establecer una relación de causa efecto entre mi comportamiento y el hecho externo que me llevaban al hundimiento anímico, había veces en las que simplemente no había tenido nada que ver en la génesis del hecho desencadenente de la reacción negativa. Simplemente había pasado algo que me era imposible controlar, y a pesar de que había tomado todas las precacuciones para que no pasara, había pasado.

Creo que la suma de estos factores me han llevado a poder controlar mi reacción ante cosas que antes me hubieran hundido. Ahora soy capaz de detectar esa reacción, soy capaz de notar el inicio del hundimiento, y soy capaz de parar, y decirme a mí mismo que no quiero estar así, que no voy a estar así. Y de alguna manera lo consigo. Paro la reacción, niego la bajada, me opongo a mi insconciente autodestructivo que quiere llevarme a la depresión. Es como pararte delante de una presa que quiere desbordarse, mirarla y decir “por aquí no pasarás”. Y no pasa, porque ahora sabes que tienes el poder para detener la riada, reconducir el cauce y controlar la crecida. Tienes el poder de controlar tu mente y tu yo autodestructivo, y negarte a ir a ese lugar en el que no quieres estar. Tienes el poder para decidir que quieres estar bien, que no hay nada que pueda pararte, y que vas a resolver la situación de una forma positiva, aprendiendo de tus errores, analizando las cosas que han ido mal y poniendo soluciones para que no vuelva a repetirse. Tienes el poder de ser feliz, porque decides que quieres serlo.

Apenas estoy empezando a experimentar este nuevo poder, y aún no sé a dónde me llevará, pero es algo que me hubiera gustado tener hace mucho tiempo. Sé que será difícil mantenerlo, y que necesitaré de una disciplina férrea y continuada, aunque espero que con el tiempo mi cerebro aprenda las nuevas rutinas y pueda llegar a hacerlo de forma insconciente. Creo que, como dice Punset, el conocimiento de uno mismo y de las emociones es algo que nos deberían enseñar a todos desde pequeños, porque por lo que estoy descubriendo, es uno de los caminos hacia la felicidad.

Yo por mi parte intentaré enseñárselo a mi hijo, intentaré que sea consciente de sus emociones para que pueda entenderlas y controlarlas. Hoy por ejemplo, he conseguido que siga luchando. Había estado a punto de rendirse en un juego, y le he pedido que volviera a intentarlo, que sabía que podía conseguirlo, que sólo necesitaba practicar. Y lo ha hecho. Lo ha conseguido. Espero que, como su padre, haya aprendido que el fracaso, y todas las emociones negativas que conlleva, no son más que la antesala del éxito. Lo único que hay que hacer es plantarte ante tu negatividad y decirle que hoy no será su día porque mal que le pese, hoy va a ser nuestro día.