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De la relación entre la mierda y los burkas

Hoy mi mujer se ha enterado de que en el colegio de mi hijo han eliminado el papel higiénico de los lavabos de los cursos superiores. Al parecer ahora cuando un niño quiere ir al lavabo ha de pedir primero el papel higiénico. ¿La razón? Al parecer antes había descontrol sobre el uso del papel higiénico y los lavabos se atascaban. ¿La solución? Racionar el papel, ahora tocan a dos trozos de papel por cagada. Parece que no soy el único al que esa cantidad le parece insuficiente, así que parece que ahora nuestros hijos, gracias a la acción legislativa de la autoridad competente, van con mierda en el culo.

¿Y que tiene que ver eso con los burkas? Pues que justo ahora tenemos desatada la polémica por la inminente ley de prohibición del burka en Cataluña, con la peregrina excusa de la seguridad pública. No voy a entrar en si me parece más radical obligar a una mujer a llevar burka u obligarla a no llevarlo. No voy a entrar en la metedura de pata de equiparar el burka con cascos y pasamontañas para prohibir su uso en espacios públicos por motivos de seguridad, creando una confusión total en cuanto a las verdaderas intenciones de la ley. Pero espero no ser el único que piensa que si el objetivo de esta ley era proteger a las mujeres que llevan burka, lo único que van a conseguir es crearles más problemas. Porque lo más probable es que si no pueden llevar burka en público sólo les quede una opción: quedarse recluidas en su casa. Doble prisión, burka y reclusión, ambas causadas por la estupidez humana.

Sigo alucinando cuando veo que esta sociedad sigue inmersa en la cultura de la prohibición, en la obsesión de la eliminación de los síntomas molestos, y sin embargo ignora de forma persistente la raíz de sus males. Así prohibimos y recluímos en cárceles a la escoria de la sociedad en lugar de preguntarnos por qué esas personas hacen lo que hacen. Así limitamos el papel que damos a nuestros hijos cuando van a cagar en lugar de preguntarnos por qué no hacen un uso racional de él. Así prohibimos los burkas en lugar de preguntarnos por qué esas mujeres los llevan. Y mientras hagamos eso, mientras sigamos eliminando síntomas en lugar de buscar y tratar la enfermedad, nuestra sociedad seguirá enferma, y nuestro culo estará cada vez más lleno de mierda.